Íbamos, creo que casi todos, expectantes. No íbamos a ver a los más grandes. Íbamos a ver a simples imitadores, nada más. A pasar un buen rato mientras nos tomábamos una cerveza. Pero ¡ojo!, el grupo no imitan a cualquiera, y además sabíamos que lo hacen estupendamente.
Así pues un grupo de fanáticos Zeppelianos se reunía a las 23:00 horas en las sala Vivero de Málaga el miércoles 17 de noviembre dispuestos a escuchar con gran nostalgia (aunque la mayoría nunca los hayamos visto nunca) a unos magníficos músicos, y pseudoactores, imitadores del mayor grupo que jamás ha existido, mientras a nuestra selección campeona del mundo le metían una buena goleada nuestros vecinos portugueses.
Entrábamos, muchos con nuestras camisetas de la banda, esta vez si, puesto que precisamente íbamos a rendir tributo a Zoso y compañía. Primera sorpresa, la entrada a 20 euritos. ¡Vamos! caché similar a un Fito, un Loquillo u otros del estilo. La verdad es que te lo piensas, pues en realidad lo que vas a ver es un circo, una representación, un engaño para algunos, pero ciertamente es lo más cercano de ver a los Zeppelin que probablemente iba a estar nunca. Además, no deja de ser esto de ver a una banda de covers una cuestión relativa. Sino que es ir a ver a Thin Lizzy hoy día, ¿no es lo mismo? ¿Qué es Thin Lizzy sin Phil Lynnot?. ¡Al menos los Guns & Roses van con Axl Rose!, y esto son solo dos ejemplos. ¿recuerdan a los Judas Priest post Halford?
Total, conscientes de a lo que íbamos, pero forofos Led-Zeppelinanos, nos encontramos de entrada a un grupo de teloneros. No conseguí enterarme del nombre de los mismos, pero os puedo decir que lo pasamos genial y que consiguieron calentar el ambiente. Comenzaron con el Enter Sandman de Metallica a toda pastilla, y el repertorio incluyó 3 temas del lunático Ozzy, incluyendo el Bark at the Moon, así como el Resistiré de los Barón, el Breaking the Law de los Judas o el Holy Diver, que clavaron, de Dio que en paz descanse.
Tras unos 40 minutos de descarga rockera, y una espera inmerecida posterior de las “estrellas” para que consumiéramos (difícil pues se trata de un día laborable), salieron Letz Zep a las 23:45, con 45 minutos de retraso. Deberían reflexionar los dueños de la sala, pues a una actuación como esta vamos gente de cierta edad, con compromisos laborales, por lo que van a conseguir que no repitamos. Bueno, pues salen, y efectivamente al cantante le sobra tripita, pero se da un aire bastante parecido a Super Plant, el batería se parece bastante, y el bajista, podría pasar por John Paul Jones sin ningún problema, “es clavado”. En cuanto al “guapo”, como le llaman, no le veo el parecido con nuestro Dios Zoso, excepto por la delgadez, y el pelo negro. Sin embargo el parecido real lo demostraron cuando comenzaron a tocar. El “guapo” clavó tema por tema, y el resto hizo lo mismo. El atrezo en consonancia. El “guapo”, con una mala imitación del mítico traje de serpiente de Zoso, el batería sin concesiones, John Paul Jones a lo zeppelín I, y “Robert Plant” mas como en los 80.
La estrategia fue acertada. Realmente nos fueron transportando a nuestro Disney particular, poco a poco, lentamente pero sin pausa, y finalmente lo consiguieron, ¡genial!. Estoy completamente seguro de que si se hubiera tratado de un fin de semana, hubieran reventado la sala. De la expectación al inicio, cuando aprovecharon para tocar los temas más lentos y bluesys del Zeppelin I, II y III, que nos fue acostumbrando a verles las caras y a asumir que por mucho que quisiéramos, no eran ellos, fueron pasando a los temas más cañeros. Así disfrutando primero de las interpretaciones que les facilitaron el lucimiento, nos fuimos olvidando de lo imposible de olvidar, y fuimos “creyéndonos” que podía ser, que podíamos imaginar y soñar, y que como el sonido así lo decía estábamos recreando a los Gigantes. Sonaban, si, ¡¡sonaban como los mismísimos Zepellin!!, pero de verdad, completamente, así que cuando fueron a atacar los temas más rápidos, empezando por el magnífico “Achilles Last Stand”, fueron quedándose con nuestras almas. Poco a poco comenzamos a cantar los clásicos, uno por uno, a corear y a agitar puños y manos y a saltar, y a entrar en comunión con el resto de creyentes entregados completamente. Incluso pudimos ver algunas lágrimas de asistentes, muy entrados en años.
SI hubo un momento mágico sin duda fue la interpretación casi perfecta del “Stairway to Heaven”. Qué decir de “Rock & Roll”, “Black Dog”,….. y todos los demás clásicos.
Al finalizar, tras varios bises, y con el público pidiéndoles más, la ilusión cesó. Volvimos a la dura realidad, no eran Led Zeppelin, solo Letz Zep, pero las sonrisas de satisfacción agridulce de todos nosotros lo decía todo….
No hay comentarios:
Publicar un comentario