sábado, 29 de enero de 2011

Thin Lizzy en el Hammersmith Apollo de Londres: doble ración de nostalgia


La verdad es que para un aficionado al hard rock, el Hammersmith es algo así como el circuito de Assen para un aficionado a las motos, la Catedral del Rock. ¡Cuántos discos de rock contundente en directo han sido grabados en ese teatro! Bueno, sus sillas y anfiteatros son parte de lo mejor de la historia del rock británico, y por lo tanto del rock mundial. Así, que con este sentimiento especial de estar a punto de hacer realidad un sueño de juventud, muchas veces imaginado y casi familiar de tantas veces visto en fotos, fundas de LP y videos, me dirigía con un amigo desde Gloucester Road en el metro hacía la parada de Hammersmith, justo en frente del famoso teatro.
Una vez allí, y anunciado en sus clásicas letras lisas sobre fondo luminoso en blanco, podía leerse la banda de la noche, Thin Lizzy. Desde luego una banda a la altura de una primera vez en tal distinguido teatro, aunque como todo el mundo sabe sin Phil Lynnot. Y claro está ¿Qué es Thin Lizzy sin Phil Lynnott? Pues una banda de tributo. Pero eso si, una banda tributo de lujo, y que parece ir a por todas. El grupo cuenta con Scott Gorham a la guitarra, Brian Downey a la batería y Darren Wharton en los teclados, además de Ricky Warwick (The Almighty) a la guitarra y voz principal, Marco Mendoza al bajo y Vivian Campbell (Def Leppard) a la guitarra. Elenco de lujo.
Warwick suena muy a Phil, mucho, y uno llega por momentos a olvidarse que no está allí Phil Lynnot, aunque las dos pantallas gigantes y las cariñosas imágenes proyectadas de homenaje al irlandés, auténtico símbolo de la banda, no dejan que te olvides de ello, provocando en cada ocasión un aullido de reconocimiento de la audiencia. La actuación tuvo un sonido correcto, y una magnífica iluminación, desgranando muchos de sus clásicos, desde “Are You Ready” o “Jailbreak”, a “Still In Love With You”. Especial es siempre la interpretación de “Whiskey In The Jar” que subió la emoción muchos enteros e hizo visibles a muchos de los irlandeses presentes en la sala. No podemos olvidar la estupenda “Cowboy Song” o “The Boys Are Back In Town”. Para los bises, la gran Rosalie, Bad Reputation y finalmente los barrocos, célticos y largos hard rockeros riffs de Black Rose, magnífico colofón a la fiesta.
El teatro hasta el techo, sin espacio para un alfiler, con 6000 guiris educadamente sentados, que por fin con la llegada de los bises se soltaron la melena y se pusieron en pie. Eso si, la edad media era de 35 años para arriba. Alguna que otra melena, y mucha barriguita y pelo blanco, con la emoción a flor de piel. Pintas a 4 libras, y entrada por unas 30 libras.
Un noche mágica y largamente esperada, que solo podría haberse mejorado habiendo estado presente en uno de esos momentos que contribuyeron a inmortalizar el Hammersmith con Motörhead, Maiden, Whitesnake o Sabbath.

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